Como en la antigüedad, los mismos argumentos: “Aquí está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papa, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre…No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una "movida" del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios…Recordémosle lo que Dios mismo dijo a su pueblo en un momento de mucha angustia: "esta guerra no es vuestra sino de Dios"”
Probablemente fueron los mismos que utilizaron arzobispos, obispos y curas que bendijeron a los genocidas y torturadores. Hablaron del Reino de Dios, al mismo tiempo que torturaban con picana a 30.000 compañeros y compañeras, bendecían los vuelos de la muerte y entregaban bebes. Reconfortando la conciencia de los asesinos diciéndoles que era por Dios, por la Patria y el hogar.